Los mapas han sido históricamente necesarios para ubicar y conocer la superficie terrestre de cualquier región del mundo.

En nuestro país, la elaboración de mapas puede situarse desde la época prehispánica, pues se tiene conocimiento de algunos de estos, gracias a los códices indígenas que aún se conservan en diferentes instituciones académicas dentro y fuera de México.
Es innegable el hecho de que estos primeros mapas realizados por indígenas, fueron de gran utilidad para que los conquistadores tuvieran conocimiento de los recursos naturales y minerales del territorio nacional.
Sin embargo, aun cuando son una fuente de información y una herramienta, también se ha demostrado que son una necesidad para que las sociedades se representen a sí mismas en momentos históricos determinados y reconozcan los recursos naturales existentes en sus diferentes regiones.
Durante la época colonial la explotación de minerales fue una de las actividades que tuvo mayor auje, por ello numerosos estudiosos y científicos europeos llegaron a la Nueva España con el fin de identificarlos y lograr una mejor extracción.

Fue durante el Porfiriato (1876-1910) cuando se crearon instituciones formales dedicadas al estudio de la minería, geología, geografía, paleontología y ciencias naturales en general, tal fue el caso de la Comisión Geográfico-Exploradora (1878) y la Comisión Geológica Mexicana(1888), precursora del Instituto Geológico Nacional (1891). Ambas Comisiones tuvieron a su cargo el levantamiento geográfico, geológico y cartográfico de México.
En la Mapoteca de la BCCT-UNAM la mayor parte de la colección de mapas de la República Mexicana esta integrada por cartas realizadas por la Comisión Geográfico Exploradora a finales del siglo XIX, hasta mapas, planos y hojas del actual Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) así como del Servicio Geológico Méxicano (SGM) y de la Secretaría de Marina.